Una postura neutral o "básica" sirve como punto de referencia para todos los demás saltos.
Las principales articulaciones del cuerpo están llenas de líquido sinovial, que actúa como lubricante y ayuda a que las articulaciones se muevan con suavidad. Al considerar esto en el contexto del rebote, vale la pena notar que el acto de rebotar (en un equipo adecuado) hace que tus articulaciones y músculos trabajen a favor y en contra de la gravedad. Esto te brinda un entrenamiento efectivo y sin estrés. Como beneficio adicional, el rebote crea una sinergia de ejercicio; no solo tus articulaciones y músculos reciben un entrenamiento vigoroso de bajo impacto, sino que tus articulaciones se lubrican y también activas tu corazón y sistema linfático.
Mientras rebotas, intenta ser constantemente consciente de la posición de tu cuerpo en relación con el marco. Esto se puede lograr haciendo ejercicio frente a un espejo y, de vez en cuando, mirando hacia abajo para verificar la posición. Al rebotar, evita rebotar demasiado alto o de forma descontrolada (los pies no deben elevarse más de cinco centímetros del tapete) y mantén la cabeza erguida y la mirada al frente. Mantenerse bajo ayuda a controlar mejor el rebote. Enfocar los ojos en un objeto fijo al otro lado de la habitación puede ayudar a regular el rebote.
Aterriza cada rebote enfocándote en presionar hacia abajo en lugar de saltar hacia arriba. No todos los movimientos empiezan y terminan en el centro del tapete. Mantener un buen control del rebote es más importante que la altura del salto; de hecho, muchos ejercicios no requieren que los pies se levanten del tapete.